¿Cuántas verduras eras capaz de identificar con 3 años?

/ abril 16, 2019/ Proyecto educativo

La mayoría de nosotros cuando éramos pequeños conocíamos muy pocas verduras, y menos si nos las mostraban fuera del plato. Aprovechar la inmensa curiosidad de los niños y niñas pequeños es muy productivo para que aprendan sobre la variedad vegetal que utilizamos en nuestras comidas. Si en Trastes contamos semanalmente con la actividad de huerta no es solo para dinamizar el trabajo en el aula, sino porque funciona muy bien como herramienta vehicular para trabajar valores, pues es muy importante que sean inculcados desde edades tempranas. Por una parte trabajamos el amor y el respeto por la naturaleza, pero otro tema que las actividades de huerta ponen sobre la mesa, y nunca mejor dicho, es el de la alimentación sana.

En las horas de huerta, cuando el clima lo permite, estamos fuera y trabajamos con la tierra, con semillas y observamos los resultados. El alumnado aprende a relacionar el paso de las estaciones con el estado de las plantas y de los árboles. Este proceso nos lleva a la llegada del fruto, que utilizamos para alimentarnos de una forma sana, y así estar fuertes y llenos de energía. Los frutos con formas y colores diferentes son los primeros que comienzan a diferenciar y a identificar, dado que son llamativos para ellos, y representativos del color en cuestión: el plátano amarillo, la pera verde y la manzana amarilla, verde o roja. Estos frutos son los que más aparecen en los cuentos, en los cuadernos para colorear, en los materiales audiovisuales que les mostramos en casa…

Por supuesto, hay otra enorme variedad de frutos de la huerta que consumimos, que son esenciales para su bienestar y que son más difíciles de diferenciar. Sin embargo comprobaréis que los aprenden igualmente y con claridad, cuando poco a poco se los vamos enseñando y les explicamos las particulares características que los hacen diferentes. En esta imagen vemos una actividad de Trastes O Carballiño (Ourense), donde el equipo docente ha puesto a disposición de los escolares una bandeja con verduras.

La diversidad de tamaños, formas y colores proporcionan a las docentes una fantástica ocasión para trabajar adjetivos básicos en inglés (grueso, delgado, liso, claro, oscuro), y con la conversación observamos las verduras y vamos aprendiendo a identificarlas. También les hablamos sobre sus usos, porque les explicamos qué comidas se hacen con ellas, conversación que retomaremos a la hora de comer siempre que tengamos oportunidad.

Familiarizar a los pequeños con el calabacín, la calabaza, el pepino, los guisantes, el puerro, el brécol, la coliflor, la cebolla… amplía su conocimiento y su vocabulario, pero contribuye además a aceptar estos alimentos de buen grado una vez cocinados y a no verlos en el plato como  «intrusos» que conviene esquivar por su particular color o textura. Por ello es muy recomendable reforzar este mensaje en casa, cuando cocinamos o cuando hacemos la compra, hablándoles de los alimentos importantes que les permiten crecer sanos y fuertes. Y si les dejamos manipularlos y que pasen con ellos un rato entretenido, pues mejor.