Descubrimos los mandalas a través del juego táctil

/ mayo 24, 2018/ Proyecto educativo

Los objetivos educativos de cada curso son trabajados en Trastes siempre de forma original en las aulas, para incentivar la motivación y la atención del alumno. De esta manera no solo se logra que los niños y niñas vengan contentos a la escuela infantil, sino que además aprendan muchos otros conceptos relacionados con la actividad propuesta. Este ha sido el caso de esta experiencia puesta en práctica en Trastes O Carballiño (Ourense). El alumnado de 1 a 2 años ha conocido los mandalas a través de un ejemplo muy grande y tridimensional preparado previamente en el aula.

Elementos naturales y artificiales componen el mandala del ejemplo, para el cual se utilizó hierba, paja, cartones de papel higiénico y confeti. La hierba y la paja ofrecen al alumnado el contraste entre dos elementos de la naturaleza muy semejantes que sin embargo proporcionan sensaciones táctiles muy diferentes. Los cartones de papel higiénico y el confeti suponen una experiencia táctil también muy dispar a la de los círculos exteriores del mandala, tanto por su forma, como por su tamaño y tacto. La educadora valoró también los distintos colores de los materiales para hacer una composición que implicase también estimulación visual.

Los escolares fueron invitados a observar el mandala, sus formas y colores. Una vez hecho esto, tuvieron la oportunidad de jugar con él. En esta parte tan divertida de la clase manipularon los materiales, cambiaron las formas, deshicieron las líneas… Mientras tanto ejercitaban su psicomotricidad fina, la coordinación ojo mano y la discriminación cromática.

Por otra parte, los niños y niñas han conocido el término mandala, término procedente del sánscrito que define representaciones simbólicas espirituales y rituales del macrocosmos y el microcosmos, utilizadas en el budismo y el hinduismo. Las representaciones circulares u ovaladas con contenidos simbólicos son utilizadas en muchas culturas. Se considera que esto se debe al hecho de que las formas concéntricas sugieren una idea de perfección (de equidistancia con respecto a un centro) y de que el perímetro del círculo evoca el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza.