Una experiencia cromática divertida y muy rica
Las actividades plásticas siempre son muy agradecidas por los escolares, porque incluyen diversión, experimentación, nuevas sensaciones, creatividad… Son múltiples los factores que contribuyen a que el trabajar con color sobre una superficie en blanco resulta muy gratificante, tanto para los niños como para los mayores, que conste. No en vano pintar, en cualquiera de sus técnicas, es una actividad muy beneficiosa para la relajación, incentiva la imaginación, y en el caso de los pequeños fomenta su autoestima. Es por ello que suelen mostrarnos orgullosos sus creaciones.
Pintar es una gran fuente de estimulación sensorial: principalmente visual, pues se trabaja la discriminación cromática y la creatividad con las combinaciones de colores. Pero también interviene la estimulación táctil cuando usamos los dedos en lugar de pinceles o ceras. Mientras los escolares pintan ejercitan el trazo y por supuesto la psicomotricidad fina. Al mismo tiempo analizan el espacio, pues cuando intervenimos en un mural nos fijamos en pequeños detalles y posteriormente en el conjunto que se va plasmando. Resulta, pues, un ejercicio muy enriquecedor y entretenido.
Si a este le añadimos además el componente del gusto, ¿qué más se le puede pedir para obtener una experiencia fantástica? Así lo han hecho en Trastes O Carballiño (Ourense), donde propusieron al alumnado una actividad artística con gelatina de distintos colores. Varias mesas unidas sirvieron de soporte para el mural (efímero, eso sí). Los niños y niñas se lo pasaron de maravilla manipulando la gelatina, esparciéndola, mezclándola y también saboreándola de vez en cuando.
Con cuchara por pincel, el papel de las mesas ejerció a un tiempo de lienzo y mantel. Y mientras se disfruta de la creatividad también con el sentido del gusto, repasamos los colores en inglés. We love jelly!