Aprendemos a colaborar en la escuela y en casa
La jornada en la escuela incluye diversas rutinas diarias que constituyen importantes momentos educativos. Lavarse las manos antes y después de comer, lavarse los dientes, ir al baño, poner o quitar el babero, ponerse en fila, colgar el abrigo en el perchero, aguardar el turno… Son tareas rutinarias pero cuyo aprendizaje es muy importante para los pequeños. En primer lugar, y lo más importante, porque contribuyen a incrementar su autonomía. En segundo lugar, porque implican la adquisición de hábitos esenciales, tanto por lo que respecta al área de la higiene y la salud, como en lo que atañe al trabajo en equipo y a la cortesía y los buenos modales.
En esta imagen observamos un momento de la mañana del aula de 2 a 3 años de Trastes Santiago, en una de las pausas de la jornada para beber. Primero vamos todos al aseo y nos lavamos las manos. La educadora se ocupa de que la mesa esté libre y limpia, y traslada al aula la jarra con los vasos. En cada ocasión le toca a uno de los alumnos repartir los vasos a sus compañeros. Después de beber, los vasos son trasladados de nuevo a la cocina, donde se lavan y quedan preparados para la siguiente ocasión. Para los escolares colaborar de esta manera es muy importante, porque se dan cuenta de que hacen cosas «de mayores». Ya no usan chupete ni llevan pañal, y adquieren nuevas responsabilidades. Además, toman conciencia de que hay que colaborar en este tipo de labores, tan repetidas en las tareas cotidianas del hogar.
Es muy recomendable que en casa también se les dé la oportunidad de ayudar, puesto que refuerza lo que van aprendiendo en el centro escolar, y sienta las bases para que sean futuros jóvenes y adultos voluntariosos, educados en igualdad y corresponsables en las tareas del hogar.