Audiciones clásicas para alimentar emociones y aprendizajes

De todos es sabido que escuchar música clásica es muy positivo para los niños y niñas de corta edad, e incluso para los bebés. Está demostrado que pueden escuchar aproximadamente a partir de las 20 semanas de gestación, y por ello es muy habitual que las futuras mamás pongan música clásica con intención de que el bebé también pueda percibirla.

Sin duda la música tiene un claro efecto emocional en las personas y en muchos animales. Hay melodías que escuchamos para activarnos: para despertarnos, para hacer ejercicio, para trabajar… Otras, por su composición, timbre y ritmo, son adecuadas para la relajación, la concentración o el estudio. También en los niños y niñas producen esta estimulación desde su nacimiento, de ahí que su exposición a la música sea muy enriquecedora como complemento al desarrollo de determinadas actividades o para crear espacios de tranquilidad. Por otra parte, hay estudios que establecen relación entre la escucha de música clásica y la estimulación de las áreas del cerebro relacionadas con el aprendizaje.

Por todas estas razones, la música clásica constituye una herramienta elemental de estimulación en la primera infancia. Los temas instrumentales trasladan a los pequeños oyentes de forma suave a distintos estados de ánimo, variados timbres y ritmos diferentes. Para los bebés los temas más tranquilos son los idóneos, apropiados para que sean mecidos y para descubrir de forma armoniosa la diferencia entre el sonido y el silencio. Con ellos se van familiarizando durante el primer año de vida con la música y el sentido del ritmo. Les acompañarán en sus primeras experiencias de música y movimiento.

En los dos siguientes cursos del primer ciclo de Educación Infantil los niños y niñas comienzan a disfrutar de la música más marchosa. ¿A qué niño no le encanta estar sobre la rodilla de un adulto, sostenido por las manos, saltando al ritmo de un alegre tachín-tachín? Todo el cuerpo comienza a beneficiarse de las actividades psicomotrices en las que se utiliza la música como pauta motora: movemos las extremidades, nos estiramos, nos agachamos y rodamos a su ritmo.

Los escolares de 2 a 3 años disfrutan enormemente con este tipo de actividades de motricidad gruesa, pero también con otras que buscan trabajar su sentido auditivo. Con ellos descubrimos los sonidos graves y agudos y los distintos timbres que tienen los instrumentos. La percusión reina en sus deseos de experimentación, pero también aprenden rápidamente a reconocer las otras variedades instrumentales: los instrumentos de cuerda y viento.

En Trastes Centros de Educación Infantil contamos con un método sistematizado para que el alumnado se familiarice de forma progresiva con la música clásica. Uno de nuestros programas de trabajo, bajo el nombre de Audiciones, facilita a los equipos docentes el abanico de temas que se utilizará en el aula durante cada curso escolar.

En las aulas de bebés y de 1 a 2 años se trabaja un tema clásico en cada trimestre. En el caso del aula de 2 a 3 años se utiliza una melodía diferente para cada mes del curso. Así, a partir de este mes de enero los más pequeños han comenzado las audiciones de La flauta mágica, de Mozart. Los niños y niñas de 1 a 2 años han comenzado a escuchar El invierno, de Vivaldi; mientras que los mayores ya disfrutan de la energía de La tormenta, de Beethoven.

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