¿Cuándo reconoce su propia imagen?

/ noviembre 24, 2022/ Proyecto educativo

Los estudios muestran que hay varias fases en el desarrollo de la conciencia de que el espejo muestra nuestro propio reflejo. Los pasos en el desarrollo de la autoconciencia que se dan en la primera infancia para que esta comprensión se produzca son de gran envergadura. La conciencia del bebé evoluciona desde saber que observa un espejo; comprender que observa su imagen; y finalmente asimilar que la imagen que ve en el espejo es su propia persona, aquella que todo el mundo también ve.

Philippe Rochat, investigador de la Universidad de Emory (Atlanta, EEUU), desarrolló estudios sobre esta cuestión que le llevaron en 2003 a establecer los Cinco estados de la autoconciencia, análisis que describe cómo desde el nacimiento hasta los 5 años se adquiere la comprensión de la propia persona y de la de los miembros de la familia como entes diferenciados.

Así pues, la adquisición de conciencia de la propia imagen es un proceso largo, que está relacionado con la percepción espacial, la interacción con el entorno y la comunicación verbal. No sin razón el alumnado de 0 a 1 años disfruta y se entretiene muchísimo con las actividades relacionadas con su propia imagen, que les permiten mirar en otra superficie (fotos, cuaderno, espejo) su rostro y el de los restantes miembros del grupo escolar.

Podemos contribuir a que el bebé reconozca su imagen poniéndonos ante el espejo y hablándole, cogiéndole una manita y tocándole el pelo o la mejilla. Progresivamente pondrá en relación las sensaciones táctiles que percibe con las caricias y movimientos que observa en el espejo. También podemos hacerle comentarios sobre su aspecto señalando lo que mencionemos en su propio cuerpo y en el espejo.

Llega un momento, en torno a los 18 meses, en el que los niños y niñas alcanzan la comprensión de que el espejo muestra una imagen de su persona. De hecho, en esta fase son capaces de buscar en su cuerpo algo llamativo que observen en el reflejo. Por ejemplo, si observan en el espejo que tienen una pegatina en una rodilla, se inclinan para mirarla directamente en su pierna.

Con las fotografías sucede un proceso semejante. La identificación con la imagen fotografiada solía ser posterior a la del espejo, si bien hoy en día la aproximación es mayor, porque vivimos en permanente relación con las pantallas.

En el curso de 0 a 1 año el alumnado a los niños y niñas les gustan mucho las actividades en las que sus propias imágenes toman parte. Con sus fotografías pegadas en el espejo de la pared, la persona educadora anima a que se observen alternativamente en la foto y en el reflejo. De paso, les motiva para que se sostengan agarrándose a la barra de primeros pasos.

Una simple fotografía es un atractivo elemento para que cada escolar practique el conocimiento de la propia imagen. El equipo docente se la muestra y le pregunta sobre la fotografía (la imagen muestra una actividad de este tipo desarrollada en Trastes Los Rosales). Aparte de fomentar el proceso de identificación, se realiza un ejercicio de desarrollo del lenguaje.

Otros juegos interesantes, en función del momento madurativo del grupo, son mezclar fotos del alumnado para que cada miembro de la clase encuentre la suya o incluso complicar esta propuesta utilizando fotos del rostro de cada escolar cortadas a la mitad, para que encuentren las dos mitades y formen la imagen completa.