¡Miau! ¡Guau! ¡Beee! ¡Cococó!
Perros, gatos, gallinas, cerdos, burros, corderos… ¡Los niños los adoran! ¿Por qué suscitan tanta pasión?
¡Miau! ¡Guau! ¡Beee! ¡Cococó! Los bebés son únicos para imitar los sonidos de los animales: ¡nunca se equivocan! Jamás atribuyen, por ejemplo, el balido de la oveja al gallo. En el caso de Trastes Santiago, sin duda esta habilidad se la deben a la profe Cris y a momentos como el que veis en esta imagen.
Cuando el lenguaje aún no está desarrollado, estas onomatopeyas fáciles de memorizar son muy prácticas en el intercambio adultos-bebé. «¿Cómo hace el gato?», les preguntamos. «¡Miau, miau!», responde orgulloso el bebé. Es una oportunidad de ser cómplices y de reírnos un rato, pues les resulta muy divertido cuando Cris imita a la gallina con su voz aguda o muge con voz grave. Por eso no es sorprendente que un niño o una niña sea fan de todo tipo de animales: son los protagonistas de la mayoría de los cuentos que se les leen y de los dibujos animados que empiezan a ver. Hace tiempo que los autores comprendieron que sacar a escena osos, conejos… es una fórmula de éxito entre los peques. Los chiquitines se sienten especialmente atraídos por los mamíferos: se identifican con ellos porque, en la ficción, casi siempre aparecen humanizados y viven como los niños. Y eso los tranquiliza. Eso sí, manteniendo cierta distancia: «Que el osito coja una rabieta, se entiende… ¡Pero yo no! ¡Él es un animal!»
La mayoría de los pequeños menores de 3 años no tiene miedo a los animales, aunque sean diez veces más grandes que ellos, como por ejemplo una vaca o un caballo. ¿Qué puede haber más fascinante para un niño que una vaca haciendo sus necesidades en el prado, con total libertad, mientras que él o ella está aprendiendo a controlarse y a no hacérselo en los pañales? ¿Qué hay más mágico que esa gran ubre de la que sale leche cuando se aprieta? ¿Qué hay más divertido que un cerdo que se revuelca en el barro, cuando el pequeño no debe mancharse y se tiene que bañar?
¡Desde luego, los animales son guays!
Explicación pedagógica de la directora de Trastes Santiago, Begoña Mata Iglesias