Uno de los aspectos que hacen del primer ciclo de Infantil un pilar para el desarrollo del niño es que le brinda su primer círculo de amistades. A medida que pasan los meses y los pequeños van creciendo y aprendiendo, comienzan a ser partícipes de forma más activa en las actividades colaborativas que se les proponen. Los bebés juegan “en compañía” de los otros, pero progresivamente comienzan a jugar unos con los otros, en grupo. De su interactuación y compañía surge muy pronto sus primeras afinidades con otros compañeros, y así van descubriendo el concepto de amistad.
Esta parte “lúdica” de su actividad en la escuela es en realidad esencial para el desarrollo psico-social de los niños y niñas, pues es básico para su educación emocional. A través de su interactuación con sus compañeros surgen discrepancias, conflictos y observaciones sobre el estado de ánimo propio y de los demás. Todas esas circunstancias, que se producen en el transcurso de cualquier otra tarea, son aprovechadas por las educadoras para trabajar sobre la educación emocional: identificamos nuestras emociones y las de los demás. Aprendemos a no dejarnos llevar por sentimientos como la ira, así como a respetar al compañero cuando está triste o enfadado. Aprendemos a decir en voz alta lo que no nos gusta en lugar de pegar, tirar cosas o chillar. Desarrollamos la empatía, la capacidad de ponernos en el lugar de los demás. Pero lo más importante es que hacemos amigos, nos alegramos de verlos y disfrutamos en su compañía. Para muestra, una hermosa imagen de Trastes A Grela (A Coruña), en la que una de las educadoras ha capturado un espontáneo abrazo a cuatro.