La educación sexual en la infancia, ese hueso duro de roer

/ agosto 1, 2017/ Escuela de familias

Para las madres y los padres sigue resultando muy difícil hablar con sus hijos sobre sexualidad, y en muchos casos no se asume que la educación sexual comienza ya desde la primera infancia, al tiempo que surgen sus preguntas relacionadas sobre la anatomía de los niños y niñas. Para poder estar asesorados en este proceso educativo os recomendamos lecturas como ¿Cómo se lo explico? La educación sexual en la infancia(link is external), obra de las psicólogas Manuela Mateo-Morales y Betina Represas, editado por Síntesis. Estas autoras recuerdan de forma contundente a los padres que argumentos como Nunca le hablé de sexo porque jamás me preguntó nadaYa se enterarán de mayores, tienen mucho tiempo todavíaPensé que era muy pronto para hablar de eso o Ahora los niños saben más que nosotros «son argumentos a los que se apela para no tener que hablar de ciertos temas comprometidos».

Esta obra divulgativa ofrece pautas para que las familias aprovechen las preguntas de los pequeños (o las situaciones en las que están esperando una aclaración, aunque no formulen la pregunta explícita) para hablarles de la sexualidad de forma natural, sencilla y clara, con explicaciones acordes a la curiosidad que está transmitiendo el niño y a su edad. Las psicólogas nos recuerdan que la educación sexual es un proceso que se extiende a lo largo de toda la infancia y la adolescencia, y que la sexualidad es algo más que las relaciones sexuales propiamente dichas. Esto es así porque en la educación sexual se transmite información objetiva, como las diferencias anatómicas entre los sexos, concepción, embarazo y reproducción. Asimismo, en la educación sexual se transmite también información subjetiva, a veces sin darnos cuenta: ideas, valores, prejuicios, sentimientos, etc. A modo de ejemplo, Mateo-Morales y Represas nos plantean una situación: dos madres amigas encuentran en el baño a sus hijos, niño y niña, desnudos mirándose los genitales uno a otro. Una madre se enfada y les manda vestirse rápidamente y salir a jugar. La otra reacciona de forma tranquila y natural: ¿Queréis saber por dónde sale el pis, verdad? Es que los niños y niñas son diferentes. Al llegar a casa podemos mirar un libro con dibujos del cuerpo humano.

Las psicólogas nos explican que a veces los padres y madres nos asustamos ante situaciones que vemos, y prohibimos en lugar de permitir y explicar: «No se trata de animarlos a seguir adelante, pero tampoco de reprobar y prohibir la situación; la idea es que los niños no se sientan culpables por una curiosidad que es normal. Tampoco de soltarles un discurso interminable sobre el asunto, sino de dar una buena respuesta: breve, clara y verdadera», puntualizan.